NADA QUE DECIR.

Qué quieres que escriba, qué quieres que diga si mi alma ha enmudecido al quererse desahogar… Sólo encuentro una mirada perdida entre los velos que rodean mi lecho. Piernas encogidas, pies jugando a rozarse para después volver a separarse. Calor insoportable, pese a tener las mejillas congeladas. Pestañas húmedas, sueño, recuerdos, dolor en el pecho, deseos de escribir, deseos de llorar… deseos de olvidar, y de volver a empezar. Pero ¿Para qué? Cada vez que algo empieza eres consciente de que te dolerá su final. Eso es algo que no quieres escuchar, pero para no variar, lo has vuelto a comprobar. Todo lo que empieza termina, excepto la eterna rueda de 'empezar y acabar', eso siempre perdurará. Siempre piensas que será diferente, que puede ser el principio… el principio de lo que dure hasta el final, pero tan sólo es un principio más de esa maldita rueda que una vez más te atropella y te pasa por encima; espera a la recuperación para decir: 'Se acabó, vuelta a empezar!' Y otra vez lágrimas sobre la almohada, y otra vez te visita la soledad, y otra vez te acurrucas en tu cama esperando no despertar.